Durante siglos, la geopolítica ha dado forma al destino de este pequeño planeta azul, flotando en el espacio. Las naciones han surgido y caído en función del poder geográfico y la influencia. También se han perdido innumerables vidas y muchas han sufrido debido a las tensiones geopolíticas, los conflictos y la inestabilidad. Sin embargo, una nueva era de tecnopolítica está amaneciendo, impulsada por el avance tecnológico y la innovación.
AMP Jordan Ballega, PCIC Navid Basseri y el actual ministro de ciudadanía Ivan Rosel
El progreso tecnológico va a transformar el panorama político. Se espera que la astro- política, la política de exploración espacial, colonización y gobernanza, sea cada vez más importante en el futuro.
La astro- política es un concepto político que surge de las actividades humanas en el espacio exterior. A medida que más gobiernos, empresas y organizaciones se involucren en el espacio, será necesario abordar algunas preguntas sobre el uso, la propiedad y la gestión de los recursos espaciales.
En esta nueva frontera de la astro- política, Asgardia se erige como una nueva esperanza para ayudar a establecer normas pacíficas y éticas de comportamiento que sirvan a toda la humanidad. Asgardia tiene como objetivo mostrar la gobernanza responsable y el liderazgo en el espacio exterior para el beneficio de las personas en la Tierra. Fundada en 2016 por el Dr. Igor Ashurbeyli con una declaración de independencia, Asgardia pretende ser una fuerza pacífica y positiva, que opera bajo el estado de derecho y dedicada al servicio de toda la humanidad.
Si bien Asgardia actualmente carece de los recursos financieros y técnicos de los gobiernos y las grandes empresas, tiene el potencial de operar como una entidad importante en la astro-política a través de la representación democrática, los principios éticos y la diversidad cultural. Una fortaleza clave radica en los objetivos de Asgardia para democratizar el espacio. Al otorgar la ciudadanía a individuos de todo el mundo, Asgardia tiene como objetivo representar los intereses de todos los seres humanos, en lugar de beneficiar solo a unos pocos gobiernos o corporaciones.
Este enfoque más democrático podría ayudar a dar forma a la astropolítica de una manera que beneficie a la humanidad en su conjunto. Otra fortaleza potencial son los valores supremos constitucionales de Asgardia que enfatizan servir a toda la humanidad sin prejuicios. El artículo 4 de la Constitución de Asgardia establece los principios de libertad de expresión, democracia, justicia, derechos humanos y estado de derecho como valores supremos y atemporales que no están vinculados a ninguna ideología o grupo de interés en particular.
Si Asgardia realmente puede defender estos principios como los cimientos de su gobierno, priorizando la paz, la justicia, la diversidad y el servicio por encima del interés propio, podría convertirse en un faro para establecer normas éticas en la astro-política que trasciendan las consideraciones políticas y económicas aquí en la Tierra. Además, la visión de Asgardia de una nación espacial multicultural que abarque a ciudadanos de todos los ámbitos de la vida puede darle una legitimidad cultural única.
Al reflejar la diversidad de la Tierra, Asgardia espera representar a la humanidad en su conjunto en el espacio exterior. Los últimos años han demostrado que Asgardia permanece unida a pesar de los conflictos en la Tierra, lo que indica que no está indebidamente influenciada por la política terrestre.
La Unidad de Asgardia no se vio afectada de ninguna manera por las guerras, los conflictos políticos, las políticas regionales y los desequilibrios económicos de los últimos años. Incluso la pandemia de Corona no pudo interrumpir el desempeño de Asgardia. Personalmente creo que si Asgardia sigue su originalidad, que se enfatiza en los valores supremos de su constitución, puede desempeñar un papel como uno de los puntos brillantes en la historia de la humanidad. Aunque actualmente no cuenta con los recursos financieros y técnicos para competir con países y grandes empresas espaciales.
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